Jue. Nov 21st, 2024

Imane Khelif no es una mujer trans; no es tránsgenero, ni tampoco intergénero, de hecho, es sencillamente cisgénero, el concepto con el cuál se conoce a las personas que se sienten identificadas con su sexo biológico. Imane nació mujer en Argelia y siempre se la ha tratado como tal, así es como consta en su documentación personal. Por eso, el bulo lanzado estos días sobre su posible condición transgénero ha levantado mucho más que polémica, a la par que diversos vídeos de apoyo exponiendo lo ocurrido y las posibles consecuencias que tendría. Por ejemplo, en Argelia, precisamente, está totalmente prohibido un cambio de sexo y si realmente Khelif hubiera sido una mujer trans no hubiera tenido jamás la posibilidad de representar a su país.

Khelif tiene 25 años de edad y nació en Tiaret, en Argelia. Tardó mucho en comenzar a boxear ya que, según apuntan diversas informaciones, su progenitor no le permitía practicar el deporte que la apasionaba. Hasta los 19 años no logró dedicarse y fue todo un acierto, en cuestión de siete años ha participado en campeonatos mundiales y hasta en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aunque no logró medalla alguna.

Aún así, los numerosos apoyos que ha recibido por redes también están llenos de algunas inexactitudes, por ejemplo en el caso de la afirmación: «tiene los niveles de testosterona altos». Tampoco es del todo real, Imane nació niña y fue tratada como tal pero en estudios genéticos posteriores, los expertos determinaron que tenía cromosomas XY, y aunque se considera que alguien con los cromosomas XX es biológicamente mujer y XY, hombre; existen numerosos casos en los que un síndrome, una alteración celular o incluso otros motivos aún pendientes de estudio, demuestran que son muchas las mujeres que, a pesar del cambio de cromosomas, continúan siendo mujeres.

En el caso de Khelif no es intergénero porque tenga género fluido; sino que, según los estudios, cuenta con cromosomas XY y por ello arroja niveles altos de testosterona, por lo que su desarrollo muscular puede ser mayor y su nivel de fuerza, puede ser superior. Una condición que, sin estar ligada al género, también podría tenerse en cuenta en otros deportistas a los que la genética les ha otorgado una mayor altura o mayor capacidad de regeneración muscular.

Se han publicado numerosos análisis al respecto en las últimas 24 horas, algunos defendiendo la participación de Khelif con todas las de la ley y otros exponiendo las cuestiones técnicas que propician la existencia del debate de si debería participar o no en su categoría.

No es la primera polémica que la argelina protagoniza, ya ocurrió lo mismo en 2023 cuando ella y la boxeadora taiwanesa Lin Yu-Ting, fueron descalificadas del Mundial por «altos niveles de testosterona» cuando, en realidad, se llevó a cabo otro tipo de prueba distinta que dio como resultado la presencia de cromosomas XY.

En el Mundial no se permitía participar con ese resultado pero no rige el mismo reglamento en los Juegos Olímpicos; por eso, este pasado jueves, el Comité Olímpico Internacional quiso defender a la boxeadora tras la polémica alegando que «todas las personas tienen derecho a practicar deporte sin discriminación». Asimismo explicó que todos los deportistas cumplían con las regulaciones médicas y de elegibilidad establecidas por la Unidad de Boxeo de París 2024, que en este caso van relacionadas con el peso, la altura y el género que consta en la documentación; sin tests de verificación de género como en el Mundial en el que se descalificó a Khelif.

Un combate de 46 segundos

Imane Khelif había competido con normalidad hasta toparse con Carini, la boxeadora italiana. Unos octavos de final que acabaron mucho antes de lo que nadie podía imaginar, en menos de un minuto, 46 segundos para ser exactos en los que Angela Carini alegó que «sentía mucho dolor» y que prefería retirarse porque sentía excesivamente fuertes los golpes de su rival, además de presentar una posible rotura de nariz. Su comentario se convirtió en la chispa de una explosión de críticas, juicios y rumores que han colocado a la boxeadora argelina en el ojo del huracán. Curioso que, en vez de valorar los golpes vistos en los escasos segundos de combate, el debate se haya ubicado en si era justo que una deportista trans compitiera en la categoría. Se asumió una verdad sin contrastar y se desató la polémica.

Este fin de semana, la boxeadora volverá a competir ante la húngara Anna Luca, y a pesar del ruido, continúa concentrada para no desaprovechar la oportunidad que perdió en los anteriores juegos en Tokio. Su rival ha decidido no opinar sobre cuestiones de género y declarar, sencillamente, que «no temo enfrentarme a la argelina». El combate está servido.

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